martes, 26 de enero de 2010

Limpiafondos de Brian B. Grimbly

Zico es un pez limpiafondos que se pasa el día aspirando el suelo del acuario en busca de los restos de alimento que se le hayan pasado por alto al resto de sus compañeros peces. Afuera, en la casa, algo ha pasado: los gritos y los portazos hacen vibrar el cristal del acuario y se convierten en hondas que atraviesan el agua.
Zico, en el fondo del estanque, piensa en todo esto y al instante pasa a otra cosa.
Tiene memoria de pez, después de todo.
Pero alguien, una de esas personas que viven en la casa, se acerca al acuario y deja caer algo en su interior. Algo pesado, romo, con la superficie iridiscente. Algo que cambia el statu quo del acuario: los peces de la superficie, el banco de la zona intermedia, la pandilla de detrás de la planta, el anciano del cofre del tesoro… todos, por primera vez, se sienten atraídos por una misma cosa.
Zico, de natural independiente, se ve envuelto sin pretenderlo en medio de luchas intestinas por la posesión del extraño y precioso objeto, y con él del poder de los trescientos litros de agua del acuario. Inicia paralelamente una investigación contrarreloj para resolver el misterio de lo que ocurre afuera, que intuye estrechamente relacionado con la llegada del objeto al fondo del acuario.
Contrarreloj porque en breve olvidará todo lo que sabe, todo lo que intuye y todo lo que sospecha.
A medio camino entre La cosecha roja de Hammett, El extraño caso del perro a medianoche y Memento, esta ópera prima del escocés Brian B. Grimbly nos sumerje (perdón por el chiste) en un misterio aparentemente banal y obvio, pero que pronto se transforma en un viaje a lo impredecible, lleno de un humor extraterrestre (cercano, sólo a veces, a Terry Pratchett) y resonancias y ecos subacuáticos como si estuviésemos leyendo el libro bocabajo.
Una de las lecturas más frescas y sorprendentes de la temporada. Muy recomendable.

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