viernes, 30 de mayo de 2008

Gafapasta de Samuel Guijarro

Este pequeño y manejable libro funciona como coqueto manual de supervivencia contra toda la tontería que nos invade de un tiempo a esta parte, y como placer culpable fácil de ocultar. Los K. son un grupo de rebelión subterránea formado por una serie de individuos, la mayoría con estudios superiores pero integrantes del sector servicios a la espera del trabajo de sus vidas. Aunque no se conocen personalmente, sólo a través de la red, forman un grupo unido y activo. Su principal cometido es la realización de acciones entre el dadaísmo y la pura gamberrada, que graban y cuelgan en internet: cambian el contenido de los botes de Cola-Cao por los de Nestquick en los supermercados, graban conversaciones privadas y las introducen en medio de tarrinas de CD’s vírgenes, dejan mensajes desconcertantes en contestadores automáticos, sueltan jaurías de perros callejeros en centros comerciales... Hasta que un día deciden dar un paso más: uno de los grupúsculos más radicales empuja al resto para que se conviertan en un grupo terrorista y así acabar con la vida de todos los famosillos, cantamañanas, pintamonas y demás parásitos mediáticos. Unos cuantos K.’s se juntan en una apartada casa de campo, descubriendo con terror que todos son unos gafapastas hechos con plantilla. Tras la sorpresa inicial, redactan un manifiesto que es recibido por los medios como un chascarrillo de pequeñoburgueses aburridos, hasta que empiezan a morir personajes de la vida pública en extrañas (e hilarantes) circunstancias. Se crea un estado de alarma entre el faranduleo, que se ocultan de la vida pública como buenamente pueden. En el momento de mayor tensión social, a un grupo de elite K. se le encarga el asesinato de la mayor estrella del momento, el actor de moda, que hace pinitos como Dj y modelo, y que posee su propia línea de ropa casual y su perfume... y que tiene más relación con el grupo terrorista de los que ellos creen en un principio: Moby K. Dick.
Con esta su primera novela-manifiesto, el santanderino Samuel Guijarro nos ofrece una lectura fresca y ágil, tremendamente divertida sin olvidar, como habrá quedado claro, la crítica social más vitriólica. Ocultos bajo pseudónimos, aparecen por esta novela figuras reconocidas, actitudes no menos conocidas, y momentos epatantes como si de un listado pormenorizado de barrabasadas se tratase. Articulado en capítulos breves, dispares, heterogéneos, Guijarro va conformando una bola de nieve que no parece detenerse hasta el capítulo final: una bacanal con redoble de tambor y platillos que sorprenderá al lector más sagaz, un no va más en cuanto a atrevimiento y, por si fuera poco, uno de los mejores chistes de la temporada. Guijarro, un gafapasta confeso aunque herético, se juega los cuartos con esta autoedición (Guijarro Ediciones) que, advierte, se le está agotando. No esperes a que ocurra, malandrín.


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