martes, 29 de abril de 2008

Lenguas Muertas de Saul Baxter

Tom Skinner es un filólogo e intérprete en paro. Su vida se ha ido por el retrete desde el llamado “Día del milagro”. Odia ese día y todo lo que representa, casi tanto como haber tenido la vocación equivocada; como todos los filólogos, lingüistas, traductores, actores de doblaje e intérpretes del mundo. El 14 de Abril de 2002 será recordado por la humanidad como el día en que absolutamente todas las lenguas se murieron. Sin saber muy bien cómo ni por qué, desde ese día toda la humanidad se entiende sin necesidad de intérpretes ni traductores; todas las lenguas habladas y escritas funcionan como un único idioma. Todos los libros, da igual el idioma en que hayan sido escritos, son comprensibles para toda la humanidad. Y todos los idiomas, carteles, folletos, menús de restaurantes, canciones... absolutamente todos los medios de comunicación son, de pronto, comprensibles sin necesidad de traducción.
Tras el desconcierto inicial a nivel mundial, llega un período de paz y prosperidad económica sin precedentes en la historia de la humanidad. Por primera vez, todas las personas y naciones se entienden y pueden dialogar de tú a tú, de igual a igual. Pasados los primeros años a nadie le preocupa ya quién o qué ha obrado el milagro. Lo verdaderamente importante es que ha sucedido. A nadie le importa, salvo a Tom Skinner, pues su vida se ha convertido en una mierda y está dispuesto a llegar al fondo de todo este extraño asunto.

La obra más reciente del gran Saul Baxter es la perfecta elección de la editorial Gato Negro para continuar con su colección centrada en la ciencia ficción, impecable hasta el momento. Tichyólogo de pro, Baxter siempre se ha caracterizado por un estilo mordaz e irónico, pero dotado de una sutileza que lo eleva por encima de la mera sátira. Formalmente inconfundible, resultado de la unión de una retórica compleja y un argumento sencillo, es difícil de trasladar a otro medio sin que se pierda lo esencial en el cambio. Debido a ello ninguna de sus anteriores y exitosas novelas han sido adaptadas al cine, a pesar de que hay noticias de estudios que acarician la idea desde hace años (el caso de Ojos de titanio ya es paradigmático). Formado en el relato breve más hard (háganse con un ejemplar de Robot Affaires y sabrán lo que es bueno), donde se convirtió en uno de los maestros contemporáneos, no sufrió en su paso a la narración larga, más bien todo lo contrario: dotado de un pulso narrativo que parece un martillo pilón, en sus seis novelas te sujeta de la solapa desde la primera sílaba y no te suelta hasta la última, dejándote sin resuello pero con ganas de más. Ganando en madurez con cada obra, pero también en carga vitriólica y mala leche, su lectura parece un purgante mezclado con guindilla: escuece y limpia. De lectura obligada para este trimestre.


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