miércoles, 23 de abril de 2008

Puntos de fuga de Benito Zárate

Blanca es una ama de casa a la que le diagnostican un cáncer óseo en la mandíbula. Tras una complicada operación para la extracción del tumor que la deja desfigurada, Blanca nota el rechazo tanto de su marido como de su hijo. Desde ese momento decide no volver a hablar, algo que no parece importar lo más mínimo ni al padre ni al hijo. Hasta que el día del cumpleaños de Blanca, ésta decide darles una sorpresa que no podrán olvidar, y que cambiará para siempre la relación familiar.
El periodista uruguayo Benito Zárate parte de un hecho real, la aparición de una mujer desfigurada y muda que es ingresada en un sanatorio de Montevideo, cuya identidad nunca se pudo llegar a averiguar, para elucubrar sobre su pasado. Ésta sólo es una de las posibilidades, como el autor recalca en la introducción, un rompecabezas que trama retroactivamente a partir de las pocas piezas de que dispone. El gusto por el detalle de Zárate hace de cada página una hermosa miniatura de delicadeza y sutilidad, con una prosa matizada que va mellando, por acumulación, la retina del lector. Con una estructura en forma de abanico, parte de un punto diminuto, de una imagen minúscula (Blanca mirándose un lunar en el espejo), para luego abrirse en múltiples perspectivas, en multitud de puntos de fuga que abarcan la inmensidad del planeta. De lo concreto a lo abstracto, de lo particular a lo general, este mágico volumen nos habla del poder de las palabras por encima de las imágenes; sobre todo de las palabras que se callan.
Impecable, como siempre, la edición de Umbra, que incluye un interesantísimo prólogo de J.A.C. (del que pronto tendremos noticias), a modo de diálogo con Zárate, donde ambos nos dejan entrever las interioridades de sus particulares mundos durante unos escasos pero enjundiosos segundos.

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