miércoles, 12 de marzo de 2008

La piedra carmesí de Zósimo Canoso


Zósimo Canoso tiene, por lo menos, dos cualidades envidiables: la primera, escribir como una puto genio; y la segunda, y no menos importante, una capacidad para reírse de todo y de todos realmente desarrollada. Empezando por él mismo.
Si el tópico de no juzgar un libro por su portada se creó para un ejemplo concreto bien podría ser éste. Tras este título y este diseño lo último que el lector desprevenido se podría esperar es lo que en realidad se encuentra: un viaje alucinante y alucinado a medio camino entre el Philip K. Dick más ido y el Terry Pratchett más desaforado. El lector avezado sí podría olerse algo, ya que la editorial Skyline basa el grueso de su producción en la ciencia ficción y la fantasía (muy sui generis, eso sí).
La historia, protagonizada por un escritor de tres al cuarto llamado Zósimo Canoso (efectivamente, los juegos metalingüísticos forman parte del entramado), nos sitúa en un universo paralelo (o algo parecido) que se desarrolla eternamente en el año 1993. Al pobre protagonista se le diagnostica una extraña e inédita enfermedad degenerativa, que denominan, como no podía ser de otra forma, “Enfermedad de Zósimo Canoso”. En realidad, lo único que le ocurre es que está envejeciendo, es decir, que el tiempo está actuando en su cuerpo mientras el resto del mundo sigue anclado en la resaca post-olímpica de 1993. A partir de ese momento, el grueso del libro se ocupa de narrar el viaje a través de esa extraña cuarta dimensión (el tiempo) que emprende el protagonista, y que no deja de depararle sorpresas tanto a él como al lector, hasta llegar a un final hilarante con el que se me estuvieron saltando las lágrimas tres días con sus tres noches. Ah, lo de la piedra carmesí se explica en la página 89.

No hay comentarios: