Novelas sobre psichokillers las hay para llenar palés; novelas como ésta de Graham P. Redford se pueden contar con los dedos de una mano tullida. Basada parcialmente en la historia real de Burton Kennedy, que asesinó salvajemente a 16 personas en el verano de 1967 (el verano del amor, efectivamente), esta breve novela se estructura en 99 pequeños capítulos, algunos de apenas un párrafo, donde Redford nos introduce en la mente del asesino y nos narra en primera persona sus vicisitudes desde que se traslada a Oregon hasta que comienza con su particular carnicería. Tirando de hemeroteca y de entrevistas con el propio Kennedy (que todavía cumple cadena perpetua), Redford nos entrega una obra a medio camino entre la ficción y la realidad, desde el punto de vista dislocado de un enfermo mental (esquizofrenia agudizada por el uso de L.S.D.), que logra meter el miedo en el cuerpo al lector con su descripción de una mente en el límite de lo soportable, que necesita recrear el apocalipsis para que sus visiones, y su vida, tengan sentido. Como si de un Dennis Cooper heterosexual se tratase, Redford analiza a través de su nítida lupa hasta el último vericueto del cerebro de Kennedy, intentando encontrar el error y la causa, si la hay, de tal barbarie. lunes, 31 de marzo de 2008
99 Clavos de Graham P. Redford
Novelas sobre psichokillers las hay para llenar palés; novelas como ésta de Graham P. Redford se pueden contar con los dedos de una mano tullida. Basada parcialmente en la historia real de Burton Kennedy, que asesinó salvajemente a 16 personas en el verano de 1967 (el verano del amor, efectivamente), esta breve novela se estructura en 99 pequeños capítulos, algunos de apenas un párrafo, donde Redford nos introduce en la mente del asesino y nos narra en primera persona sus vicisitudes desde que se traslada a Oregon hasta que comienza con su particular carnicería. Tirando de hemeroteca y de entrevistas con el propio Kennedy (que todavía cumple cadena perpetua), Redford nos entrega una obra a medio camino entre la ficción y la realidad, desde el punto de vista dislocado de un enfermo mental (esquizofrenia agudizada por el uso de L.S.D.), que logra meter el miedo en el cuerpo al lector con su descripción de una mente en el límite de lo soportable, que necesita recrear el apocalipsis para que sus visiones, y su vida, tengan sentido. Como si de un Dennis Cooper heterosexual se tratase, Redford analiza a través de su nítida lupa hasta el último vericueto del cerebro de Kennedy, intentando encontrar el error y la causa, si la hay, de tal barbarie.
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