martes, 25 de marzo de 2008

Timeblades de Scott F. Johnson

Sarah Miles cursa el primer año de ingeniería informática en la Universidad de Standford. Por una cuestión de créditos entra a formar parte de un equipo de investigación que se dedica a arreglar viejos ordenadores cedidos por particulares para luego donarlos a ONGs. Pero un buen día (que bonita expresión), al reparar un prehistórico PC, encuentra en su disco duro una carpeta llamada Timeblades, que su curiosidad le impele a abrir. La carpeta está repleta de una cantidad ingente de información encriptada, de la que Sarah apenas puede intuir su capital importancia. Sucesos extraños comienzan a suceder en su vida desde el mismo momento en que comienza a descifrar el contenido de la carpeta (incoherencias espaciotemporales, desaparición de partes de su pasado...), que le llevan a iniciar una búsqueda del antiguo dueño del ordenador, dando comienzo así a una aventura que le llevará a penetrar en una realidad virtual donde ella tendrá un papel capital. Como acompañantes de esta Alicia posmoderna, con Sarah llegaremos a cuestionarnos todas nuestras convicciones sobre el tiempo y el espacio, sobre nuestra propia identidad y sobre la realidad misma, en una novela que en sus escasas 120 páginas no deja el mínimo resquicio para el aburrimiento. Alejada de cualquier pretenciosidad y de engorrosos discursos pseudofilosóficos a lo Matrix, Johnson resuelve los vericuetos de la trama a veces con recursos científicos cuya complejidad se le escapa a este modesto cronista, pero que suenan verosímiles y, lo más importante, no hacen mella en el discurrir de la acelerada y modélica trama. Quizás el único pero que se le podría poner es precisamente lo estandarizado de la estructura, un esqueleto demasiado perfecto, demasiado correcto, falto de riesgo.
Scott F. Johnson, ingeniero informático él mismo, ganó con esta obra el cada año más cotizado premio James T. Kirk en su sexta edición, galardón que premia la mejor novela breve de ciencia ficción de autor novel. Supuso un verdadero acontecimiento en el circuito anglosajón hace un par de años, generando tanto entusiasmo entre la parroquia que el bueno de Scott se apresuró a escribir una secuela (Timeloops), mucho más larga y pelín redundante, según la mayoría de los que la han leído. Esto no ha hecho menguar el culto sobre la obra fundacional y el universo creado por Scott, mucho más rico, original y complejo de lo que estas breves líneas puedan dejar entrever; al juego de rol se le podría añadir en breve una versión cinematográfica de presupuesto medio-alto. Ay, miedo me da.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al esqueleto perfecto y falto de riesgo añadiría yo aburrido.
Espero que su próximo trabajo aporte algo del brillo perdido de su curriculum.

pd: Me alegro de que existan espacios así, que se acuerden de los ausentes.
Gracias

archivero dijo...

Gracias sr./sra. anónimo por su apoyo. Nosotros también esperamos que en su próxima obra Scott recupere el pulso narrativo de su ópera prima, realmente recomendable (no sé si ha quedado claro). Un saludo desde la biblioteca de lo desconocido.