domingo, 30 de marzo de 2008

Valkyria de Jeannete Redford

Herja es una Valkyria infiltrada en la corte de los Medicis del siglo XIV, pero en un mundo paralelo donde las tierras han derivado desde el Pangea primigenio a otras formas distintas a las de nuestros continentes. El único punto en común entre ambos mundos es la mágica ciudad de Constantinopla, vórtice espaciotemporal de rigor, cuna de los Medicis y sede papal. Herja oculta sus voluptuosas formas bajo una túnica ceremonial, participando en escarceos de distinta índole para pasar el rato mientras espera la llegada del elegido que su pueblo aguarda para que los dirija en la batalla final, el Ragnarök. Éste resulta ser un apocado pescadero llamado Fhadil Toler, que llega como cocinero entre las hordas del este que intentan conquistar Constantinopla. El pobre Fhadil sufre de pesadillas recurrentes que lo tienen trastornado, pesadillas en donde es el comandante de un poderoso ejército despiadado que lleva al mundo al borde de su autodestrucción. Su nombre es Adolf Hitler. Convencido de ser la reencarnación de dicho mandatario, pide ser incluido en primera línea de ataque para morir por sus imperdonables pecados, hasta que comprende que lo que debe hacer es todo lo contrario: realizar todo el bien posible para compensar sus maldades pasadas. El plan parece relativamente sencillo, hasta que Herja se cruza en su camino y todo su mundo se vuelve patas arriba.
Vigorosa narración que se lee entre carcajadas y semi-erecciones, no pretende ser más que lo que es: un loco divertimento, 300 páginas de pura fantasía escapista de la buena, sin relecturas más profundas que las que uno quiera encontrar. Jeannette Redford, pseudónimo de Vivian J. Redford que, a pesar de lo que el nombre pudiese indicar, es un profesor de Nueva Inglaterra que ronda los cincuenta, con gafas y barba (ver foto), y que se dedica la mayor parte del tiempo a escribir textos sobre teoría literaria bastante sesudos y a dar conferencias sobre la misma materia. Entre charla y charla, eso sí, le debe quedar el suficiente tiempo libre para escribir libros como el que nos ocupa, donde pone toda su sabiduría y conocimientos teóricos al servicio de los más diversos géneros, que parodia con un rigor y seriedad encomiables, demostrando un amor por el arte de la escritura que se nota hasta en la última conjunción copulativa. Esta es la primera obra suya que se publica en España. Pronto, si las ventas acompañan mínimamente, los camicaces de Umbra nos prometen que seguirán con sus locuras (espero con entusiasmo su hilarante relectura de los mitos lovecraftianos, The Mandess of Ytgmuth).

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