domingo, 16 de marzo de 2008

Steam War de Kirk Thomas

Primera parte de dos de esta apasionante distopía que nos brinda el británico Kirk Thomas, ambientado en un siglo XIX paralelo donde se está librando una guerra mundial por hacerse con las vitales reservas de carbón. La historia comienza a una escala planetaria, en medio de confabulaciones políticas y espionaje de alto nivel, para pronto centrarse en las vicisitudes de John y Winston Hamilton, padre e hijo, famosos constructores de humanoides mecánicos. La mismísima reina Victoria les encarga la misión, no de construir uno de sus prodigiosos mecanismos a vapor, sino la de proteger y educar a uno, denominado el Duque Mecánico, pieza clave para el futuro del imperio británico, y una muestra de tal perfección técnica que ni hijo ni progenitor se pueden explicar su funcionamiento ni su procedencia.
Los tres se ven recluidos en una apartada granja del norte de la Bretaña, a donde sólo llegan los ecos de una guerra que está alcanzando su punto culminante (Londres es prácticamente borrado del mapa). Padre e hijo, mientras tanto, dedican su tiempo a educar al humanoide, primero siguiendo órdenes estrictas dictadas por el gobierno, luego, a medida que aquel comienza a dar muestras de una personalidad propia y una independencia de pensamiento, de forma más laxa. La capacidad de asimilación del Duque no parece tener límite: aprende a tocar el violín en cuestión de minutos, absorbe toda la enciclopedia británica en una tarde... Padre e hijo tratan de desentrañar su complejo y hermético mecanismo, que parece autoalimentarse como una máquina de movimiento perpetuo. Esta primera parte resuelve estas y muchas otras dudas cuyo planteamiento se escapa de este somero análisis, y nos deja intuir el papel fundamental que el Duque jugará en el entramado posterior, dejándonos con un gran sabor de boca y con ganas de más.
El estilo del joven Thomas (que aún no ha cumplido la treintena y ya lleva cuatro apreciables novelas publicadas) bascula, como la trama, entre la descripción fría y analítica de la ciencia ficción más hard, y un extraño bucolismo próximo a La hierba roja de Boris Vian (no es casual que al perro salvaje al que acogen le llamen Lil Wolf, nombre de dos de los protagonistas de esta obra del genio francés), pero sin la carga surrealista de éste. Nada que objetar, por último, a la edición de Umbra: buena traducción y un precio ajustado. A falta de leer la conclusión, recomendable sin paliativos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola:
enhorabuena por el blog. muy interesante aunque la malloría de las referencias se me escapan. ya me había leído steam war y estoy en parte de acuerdo con vosotros, aunque me gusta más la primera mitad que la segunda, más intimista. no veo mucho de lo de Boris Vian, pero da igual, he leído que la segunda parte es más del estilo del principio, con un mayor entramado político y lo de la guerra. estoy deseando que lo saquen. por cierto, los de umbra son carillos, nada de precio ajustado, y no hay quien encuentre los libros en las librerías. un saludo ;)

archivero dijo...

Hola, querido/a anónimo:
Gracias por tu comentario, aunque parece que se va a poner de moda sólo escribir para mostrar disconformidad de opinión (lo cual me parece estupendo, oiga). Pues nada, si a usted le gustó más el principio, enhorabuena, pues efectivamente todo parece apuntar a que la conclusión irá por esa vertiente (se veía venir, todo sea dicho). Lo de Boris Vian quizás fue una voutade de un servidor, pero hay pequeños detalles que me dicen que no, que no es una paranoia mía. Y lo de umbra, pues bueno, hacen lo que pueden. Está claro que no pueden competir en precios con monstruos editoriales como Planeta y similares, pero tampoco me parece sangrante, y eligen muy bien lo que editan, con lo cual puedes comprarte cualquier referencia de su catálogo con los ojos cerrados. Y la distribución, efectivamente, es limitada. Pero para eso está internet. Para algo tiene que servir la globalización, digo yo. Un saludo para usted también, y no se corte en comentar lo que quiera.